viernes, 16 de mayo de 2008

Anales de la Hermandad: 4. De como Nanai-Shai es salvado por un humano

El cansancio y la pérdida de sangre habían debilitado al grifo durante su vuelo hacia el sur. No recordaba en qué momento había cambiado el rumbo de su vuelo, pero de repente, Nanai-Shai se encontró sobrevolando los pantanos de los Humedales. Su único ojo sano, se cerraba. El grifo se adormecía en pleno vuelo. Luchaba por no dormirse, por resistir, hasta que el cansancio le venció. Cayó en picado sobre los pantanos, sin posibilidad de detener el desastre.

Nurion esperaba con paciencia, de pie sobre su pequeña barca, con la lanza presta, a que uno de los crocoliscos del pantano pasara cerca de él. El joven cazador se dedicaba a cazar los grandes reptiles de los Humedales, para vender su carne y su piel en la ciudad portuaria de Menethil. Había heredado el oficio de su padre y se había convertido en un cazador excelente y en un buen explorador y rastreador, experto en moverse en bosques y pantanos. En silencio, con la lanza levantada, Nurion observó como un crocolisco se acercaba a la barca, sumergido en el agua del pantano. Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para no fallar, Nurion lanzó el arma hacia el dorso del reptil. La lanza atravesó su dura piel y su carne, clavándose en el corazón del animal, que en pocos segundos, murió. Su cuerpo inerte, ascendió en el agua, hasta llegar a la superficie, donde un sonriente Nurion le esperaba. Era la segunda pieza que se cobraba aquel día. Uno más, y podría volver a casa para despellejarlos y descuartizarlos para su venta.
Mientras recogía la lanza con la cuerda a la que iba atada, acercando el crocolisco muerto hacia la barca, un estruendo de ramas le distrajo de su tarea. Nurion levantó la mirada, justo a tiempo para ver un extraño y pesado cuerpo caer desde el cielo, rompiendo las ramas de los árboles, hasta estrellarse contra el agua, a pocos metros de él. El cuerpo quedó en la superficie, flotando, sin moverse, mientras varios crocoliscos, alertados por la posibilidad de una nueva presa, se lanzaron al agua. El joven sabía que no tenía mucho tiempo. Olvidando al crocolisco muerto, Nurion acercó la barca con rapidez hacia el cuerpo del agua. Una vez a su lado, cogió una lanza y comenzó a gritar, para distraer a los reptiles que se acercaban a su inesperada presa. Nurion atacó a uno de ellos, clavándole la lanza en la cabeza. El crocolisco se quedó junto a la barca, convulsionándose, mientras la muerte se adueñaba de su cuerpo. El resto de reptiles, viendo que su comida tenía un guardián peligroso, desistieron de avanzar y volvieron a la seguridad de las profundidades del agua.
Nurion observó que el cuerpo que había caído del cielo era un grifo. El joven había oído hablar de ellos, pero nunca había visto ninguno. Sabía que en el reino del norte, los criaban para realizar duros trabajos, pero jamás había tenido uno tan cerca. Nurion no sabía si la criatura habría sobrevivido a la caída, ya que se la veían malherida y magullada por varias zonas de su cuerpo. Aún así, el joven ató una cuerda al grifo y lo acercó con su barca a la orilla. Una vez fuera del agua, Nurion observó que el grifo aún respiraba, pues su poderoso pecho subía y bajaba con el ritmo de su respiración.
Después, volvió al agua para cobrarse sus dos crocoliscos que había matado. Necesitaba llegar a su cabaña en el pantano, allí podría curar al grifo herido y trabajar en los crocoliscos. Su caballo le esperaba cerca, pastando. El joven tendría que improvisar unas parihuelas grandes, para poder llevar al grifo, pues como pudo comprobar por él mismo, pesaba demasiado para subirlo al pequeño carro en el que siempre llevaba sus presas.
En pocos minutos, Nurion cortó varias ramas y un par de troncos, con los que hizo unas parihuelas decentes. Después, ató la cuerda a la silla del caballo y arrastró al grifo durante unos pocos metros, hasta que consiguió situarlo sobre la improvisada camilla. Tras atar la camilla al carro y volver a colocar el caballo en el yugo del mismo, Nurion se dirigió hacia su cabaña.
- No te preocupes, extraña criatura,- dijo Nurion refiriéndose al grifo. Pronto estaremos en mi casa y podré curarte las heridas. Espero que no sea demasiado tarde.

Una vez en la cabaña de Nurion, lo primero que hizo el joven cazador fue sacar todos sus utensilios de primeros auxilios del baúl en el que los guardaba. Con un pequeño cuchillo afilado, Nurion extrajo las flechas que atravesaban el emplumado cuerpo del grifo, lavando las heridas después con agua limpia. Durante un buen rato, cosió con delicadeza todas las heridas del grifo, aplicándoles un extraño ungüento que las protegería de las infecciones. Después, vendó bien las heridas y lavó el rostro del grifo con agua caliente. Hubiera deseado lavar todo su cuerpo, pero al estar el grifo inconsciente, Nurion no podía levantarlo él solo. Tras terminar de curarle, encendió un agradable fuego junto al grifo, para que estuviese caliente, ya que la pérdida de sangre, provocaba la hipotermia, como su padre le había enseñado hacía años.
- Tengo alguna poción de curación,- dijo Nurion, como si el grifo pudiese oírle. Las compro en el mercado de Menethil, pero no sé si te servirán. Nunca oí que se pudiesen utilizar con los animales o con los grifos. Pero con lo que te he hecho, podrás aguantar hasta que lo sepa.
Tras estas palabras, Nurion se dirigió hacia el carro, de donde bajó los tres crocoliscos que había capturado aquel día. Cogiendo un largo cuchillo muy afilado, se dispuso a iniciar la tarea de despellejarlos. La piel de aquellos reptiles haría que al día siguiente, en el mercado de la ciudad, pudiese comprar más víveres y alguna poción más que el grifo pudiese necesitar. La carne serviría para alimentarles y con lo que vendiera, el joven pensaba comprar ropa y algún arma nueva. En aquel momento, Nurion paró lo que estaba haciendo. En realidad, el joven no tenía ni idea de lo que comía un grifo. No sabía si aquella criatura se comería la carne de un crocolisco, cruda o cocinada.
- Mañana tendré que ir a la ciudad. Sé de alguien que me podrá ayudar contigo.

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